Por: Nuria Schwebel
En la primera parte del artículo "Emociones Destructivas" entendimos que las emociones nos ayudan a reaccionar ante un evento o situación. Las emociones ocurren rápidamente, derivadas de una evaluación automática, de poca conciencia y con cambios involuntarios en expresión y fisiología.
En la segunda parte, comprendimos cómo nos dañan las emociones. En esta última entrega, aprenderemos que las emociones son más que el centro de reacciones fisiológicas y psicológicas, son regidoras de muchos más centros vitales.
El centro emocional del organismo está situado en el sistema límbico. Este sistema está formado por el cuerpo talámico, hipotálamo, hipocampo, amígdala. Las funciones del sistema no son desconocidas para los científicos, de hecho, durante muchos años el control de las emociones suponía extirpar parte de esas conexiones nerviosas desembocadas en el lóbulo frontal (lobotomía).
Es bien sabido que un daño en el sistema límbico produce emociones fuera de lugar, no controladas.
Entonces, el origen de una emoción destructiva puede ser fisiológica. Sin embargo las emociones son mucho más complejas que esto. Estoy convencida que mucho más tienen que ver las cogniciones en todo esto.
Un esquema mental distorsionado produce reacciones distorsionadas ante situaciones que no lo ameritan, o vivir alrededor de un solo pensamiento. Creo sin duda que muchas neurosis tendrán su origen en una emoción no controlada. Pensar y pensar lo mismo, sentir una y otra vez lo mismo.
Las emociones son más que el centro de reacciones fisiológicas y psicológicas, creo sin duda que son regidoras de muchos más centros vitales. Creo que el humano es un ser emocional, antes que inteligente. Las emociones son primitivas, y demasiado fuertes, su control no es fácil. Y realmente creo que su control no está en la emoción misma, sino en la cognición… “la posibilidad de pensar no se me hace tanto un don que hay que agradecer, como un privilegio que hay que aprovechar. El problema no es el pensamiento en sí, sino cómo lo usamos”, (W. Riso, p.58 2008)
Creo que el control emocional sí requiere inteligencia y aquellos que se dejan llevar por una emoción, dejando a un lado la afección fisiológica, son aquellos cuyas distorsiones cognitivas alimentan su esquema y que sin duda para curar necesitan pensar diferente.
Todo depende de las afirmaciones empleadas, que con consistencia se convierten en creencias y siempre producirán resultados, y estos entonces dependerán del tipo de creencia por lo consiguiente, producen resultados que ni si quiera podemos imaginar, para bien y para mal. L. Hay (1984).
“Considero que creamos todas las llamadas enfermedades de nuestro cuerpo. El cuerpo como todo lo demás en la vida es reflejo de nuestros pensamientos interiores y de nuestras creencias. El cuerpo siempre nos está hablando, si sólo tomáramos el tiempo necesario para escucharlo”. (L. Hay, 1984. P. 157)
Pensar mejor, entender y aprehender las afirmaciones de las que habla L. Hay, o el pensar bien de Riso, son un camino, pero no es tarea fácil, sobre todo si hemos alimentado nuestra vida con un esquema emocional/mental destructivo durante años.
Creo que lo mejor es empezar por aproximaciones. La primera autoafirmación que propongo es decirse a si mismo, Yo construyo. Esto es reconocer que el daño no lo generan los otros o las circunstancias, sino uno mismo. Decirse a si mismo que no va a permitir más este acto autodestructivo y neurótico.
Una vez reconocido que uno es quien lo genera, se abre entonces la visión, el oído, cada uno de los sentidos y nace la voluntad, la voluntad de cambiar.
La inteligencia emocional nos permite tomar conciencia de nuestras emociones, e incluso comprender los sentimientos de los demás, tolerar las presiones y frustraciones sean de la fuente que sean, y adoptar una actitud empática y social. D.Goleman (1997).
Conclusión
Las emociones nos permiten reaccionar.
Todas tienen un lado productivo e improductivo. Aquellas improductivas son las
que desplazan la racionalidad y se instalan en la mente generando un esquema
mental.
Para no dejar que las emociones
controlen y destruyan es necesario, si duda, racionalizarlas. Enfriarlas y
analizarlas. No es fácil y por ello no debemos dejar pasar los síntomas que nos
presenta la enfermedad que produce la emoción destructiva.
Debemos oír a nuestro cuerpo, a
nuestra familia, a nuestros amigos, estar conscientes de nuestro cuerpo y
ambiente nos hará darnos cuenta cuando nos enfrascamos en emociones en vez de
dejarlas ir.
La neurosis es consecuencia de una
emoción destructiva, las malas relaciones interpersonales e incluso las
posibles enfermedades.
Pensar bien, aterrizar nuestros
pensamientos, aceptar que se necesita ayuda, son pasos, sin duda, fundamentales
para poder alejarse de las emociones destructivas.
Referencias bibliográficas
Goleman D.(2003). Emociones destructivas, cómo comprenderlas y dominarlas. Traducción. México. Editorial Vergara.
L.Hay (1984). You can heal your life. Santa Mónica, Ca. USA, Editorial Hay House Inc.
W.Riso (2008). Pensar bien, sentirse Bien. Edición en castellano. México, D.F. Editorial Norma.